Séptimo juego. Novena baja. Una carrera abajo y hombre en la antesala. Un out.
Él es un veterano debutando en el clásico de otoño. Después de una temporada espectacular se ha ganado un lugar en el roster inicial de este equipo por el que nadie apostaba a inicio de año y que hoy está buscando la remontada más importante de su historia.
La presión. Los nervios. Las horas de entrenamiento. Todo en conjunto para llegar a este punto. Ve al coach de primera e interpreta la señal. Esta es clara: toque de bola. Un sacrificio para algo mejor.
Para todos es claro lo que tiene que hacer menos para él. ¿Por qué? Bueno, tiene una historia, un pasado, recuerdos que pesan en el consciente y en el inconsciente. Recuerdos de esos a los que les gusta salir a pasear en los momentos importantes. Recuerdos de esos que pesan para toda la vida y marcan al hombre.
Pide tiempo y vuelve a ver al coach. Lee la señal. Es la misma. La entiende pero no la acepta. Se tiene fe y al mismo tiempo no. Pasan por su cabeza las veces que desobedeció y todo se fue al traste. Esa serie divisional de liga menor, la de campeonato en la AAA, la del juego en la que por poco no entran a postemporada de no haber sido por ese error en las paradas cortas.
Tiene hambre de triunfo. Tiene hambre de ganar. Tiene necesidad de ser feliz y lograr su meta. Y sin embargo, la señal es de sacrificio. Ese mismo día por la mañana habló con el manager y le contó de su vida. De esos momentos que lo han traído hasta aquí. ¿Por qué le manda esa señal cuando sabe que su deseo es todo lo contrario? ¿Por qué le manda esa señal cuando ha trabajado tan duro, se ha comprometido tanto y ha dado un plus para que confíe en él?
Deja pasar una bola. Es strike. Por su cabeza siguen pasando mil cosas. Cavilaciones que lo distraen de lo realmente importante. Pierde la concentración y llega otro strike. Vuelve a ver la señal pidiendo que vaya por la del librito. Que haga lo más sabio e inteligente que puede hacer. Que entienda lo que amerita la situación. Y sin embargo ...
Viene la bola. Toma el bat con fuerza. Parece que ya ha tomado su decisión.