Sin más preámbulo, soy un alma vieja. Puedo tener veintiocho, treinta y cinco, quince o noventa años, mi edad corporal jamás será equivalente a la edad de mi alma.
A mi edad ser un alma vieja tiene sus pros y sus contras: puedo entender miles de cosas que casi toda mi generación ignora al mismo tiempo que soy ignorado por casi toda mi generación; me aburro increíblemente con la música electrónica mientras que mis amigos se preguntan como increíblemente no me aburro oyendo jazz; no me entra ni un "perla negra" pero soy barril sin fondo del tinto, sobre todo si de un Artemis Cabernet Sauvignon se trata; no he encontrado un buen comentario qué hacer de "Crepúsculo" y tampoco he encontrado a alguien que quiera sentarse conmigo a ver "Nosferatu"; ya ni se diga de las veces que he visto a alguien bailar "Barbra Streisand" y quedarse perpleja cuando pregunto si les gusta "The way we were". Y hablando de películas, mi complejo se aborda bastante bien en "Medianoche en París". Véala y regrese a dejarme un comentario.
Cual canción de Roberto Carlos ser alma vieja implica ser un amante a la antigua, lo cual explica mi más que notoria incapacidad mantener relaciones "modernas", de esas que son aquí y ahora. En más de una ocasión he intentado convencerme de que lo volátil no es necesariamente sinónimo de malo, pero todo resulta mal al involucrar los sentimientos con alguien que es volátil. En una generación donde las personas se casan después de los 30 ( o 40) y la palabra "compromiso" parecer dar más miedo que la muerte misma, un alma vieja, o se la pasa cayendo de bruces de tanto tropezar con las mismas piedras, o se la pasa sentado esperando pacientemente el momento correcto.
No todo es tan arcaico. Me gusta el rock y aunque The Black Keys y The Strokes jamás serán Pink Floyd o The Kinks, los escucho con placer. Mi biblioteca no sólo es Asimov sino también Murakami. Y además, de vez en cuando, puedo hacer uno que otro ridículo con el Gangnam Style.
Si bien mi alma es vieja, no tiene memoria y me hace cometer mis propios errores. Seguramente es para que tanto mente como cuerpo la alcancen en edad. Mientras eso pasa seguiré probando vinos de región, viendo a Leone sonorizado por Morricone, estando ansioso por abrir un libro de Faulkner y esperando, ojalá pacientemente, que lo volátil encuentre el equilibrio, o en el peor de los casos, el momento correcto.
vaya, tu ultima párrafo me estremeció, donde quiera que estés te comprendo compañero de viaje, uno de los mayores anhelos de las almas viejas como nosotros es como el deseo del doc de volver al futuro, simplemente encontrar esa alma en sincronía que disfrute del viaje con nosotros y de esos pequeños placeres como escuchar la pieza de Morricone para el final de Cinema Paradiso, o que se estremezca hasta las lagrimas con Wether, solo esperar el momento correcto animo, saludos..
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