domingo, 23 de junio de 2013

Y la diferencia entre la filematofobia y la filofobia es ...


Que mientras las personas que sufren de la primera no lo dejarán ni acercarse a su cama, las que sufren la segunda no le darán ni las gracias por haber pasado por ella.

Raras enfermedades del siglo XXI.

Melómano III

III

Solía leer en el metro. A veces Asimov, a veces Faulkner, a veces al Gabo,a veces Twitter. Ese día Sabines estaba en sus manos y justo leía una de sus partes favoritas: "Recuerdo que besas como si mordieras uvas. Ninguna paloma como tú se había vuelto mujer hasta ahora". La leía y la releía. Era la parte favorita de su poema favorito de su poeta favorito.

Hubo alguien, hacía mucho, a quien solía leerle poemas después de hacer el amor. Desnudos, abrazados el uno al otro, tomaba su libro y leía a Neruda, a Benedetti o al mismo Sabines. Sin embargo, aunque la amó con inmensa fuerza, jamás sintió que fuera la indicada para decirle su frase favorita. La tenía reservada para alguien más. La tenía reservada para el destino.

Era inicio del mes y había que hacer el cierre del mes anterior. Bajar la balanza y determinar las cifras fiscales era toda una pesadilla, sobre todo porque el equipo de Contabilidad asignaba montos correctos a cuentas incorrectas. Conciliar lo aprovisionado contra lo efectivamente pagado era misión imposible. Para todo problema, una solución. Llevaba mes y medio trabajando en un proyecto de mejora entre el programa de presupuestos y el ERP que usaba Finanzas. Faltaba un mes más para terminar el análisis y cerrar el requerimiento pero le emocionaba el hecho de poder cambiar las cosas, de hacer girar el mundo. 

Ese día tendría la primera junta con el equipo que haría el desarrollo dentro del ERP. Como le molestaba en demasía llegar tarde a sus citas, fue al piso de la sala de juntas con cinco minutos de anticipación. Por lo regular, todos llegaban diez minutos tarde así que tendría tiempo suficiente para preparar su presentación. Sin embargo, pocos pasos antes de entrar a la sala escuchó la vez de Karen O saliendo de la sala de juntas. "Turn into" sonaba en la laptop de una muchacha con el pelo desaliñado y una diadema color azul rey. Ella no lo escuchó entrar gracias al mecanismo de supresión de sonido de sus audífonos y sólo cuando sintió su presencia en su espalda, brincó del susto.

Se presentaron escuetamente. Él como jefe de impuestos y ella como becaria de procesos de negocio. Él intentó hacerle la plática pero no tardaron en llegar los demás asistentes a la junta. Este despacho sí era puntual. Comenzaron la presentación. Tuvieron convergencias y bastantes divergencias acerca de lo que realmente era el problema y cuál era la mejor solución. Durante dos horas se enfrascaron en análisis y propuestas de mejora. Y también durante dos horas el no pudo evitar otearla y descubrir  los lunares que tenía en la parte derecha del cuello, sus ojos cafés, la raya mal hecha de su peinado, lo bien que le sentaba ese vestido a rayas, las ligeras pecas en las mejillas y el sutil aroma de su perfume.

Terminaron la junta y acordaron la fecha de la siguiente reunión para dos semanas después. Se despidió impersonalmente puesto que le entró una llamada de su gerente. Cuando al fin llegó a su lugar y colgó el teléfono, escogió una canción y le puso play. Una guitarra acústica sonó y tras ella, una voz femenina: "I hear it in my head real low ...Well I know that girl you found. Keep that kind of window closed. She'll turn into the only thing that ever..."

La sabiduría china tiene un par de maldiciones muy particulares: "que tengas tiempos interesantes" y "que consigas todo lo que estás buscando". La primera está basada en la creencia de que todo tiempo interesante es directamente proporcional a los problemas que se suscitan; la segunda, en que a veces no se tiene plena conciencia de lo que se quiere y el deseo hecho realidad, puede convertirse en pesadilla.

Para él, se venían tiempos interesantes y quién sabe, tal vez una  que otra pesadilla.