Mi madre nunca estuvo muy de acuerdo con sus métodos a pesar de que ella le tiene una absoluta devoción. Recuerdo su frase al hacer mis berrinches a la hora de la comida: "¿Qué no quiere comer? Déjalo sin comer dos dias y verás que come hasta piedras". Un tanto rudo por fuera, sí, pero inmensamente noble en el fondo. Otro recuerdo más fresco: sentados en Expoplaza esperando la comida y platicando de la vida, del amor, del desamor y de la importancia de caer y levantarse. Él fué la única persona que tuvo el tacto necesario para hablarme en ese momento tan delicado en mi vida.
La importancia de caer y levantarse.
Hasta hace unas horas era sólo otro recuerdo pérdido en mi memoria. Ya había oído la anécdota pero nunca había tenido tanta importancia como hoy.
Yo tenía no más de 6 años y estaba a la orilla del mar jugando cuando la vi venir: una ola que para mi edad se avisaba inmensa. Con un poco de esfuerzo puedo revivir la sensación de ser volcado, de sólo ver agua y arena, de ser raspado y de acabar golpeándome la cabeza con el soporte de una choza. Llanto instantáneo, tan instantáneo como el salto de mi madre para ir a mi encuentro. Hasta ahí una escena típica. Pero ahí estaba él. Vamos al mar. No quiero. ¡Cómo de que no!, vámonos. No quiero, y esta vez con lágrimas en mis mejillas. No dijo más pero ese no fue el fin, me llevó de nuevo a la orilla del mar sólo que no fue de manera amable, me llevó y me aventó al agua. Quise salir y no me dejaba, me alzaba y me volvía a aventar ... y luego se puso a jugar conmigo dentro del mar.
Salimos y grabó sus palabras con un cincel en todo mi ser: ¿Todavía le tienes miedo al mar? Ya no, ¿verdad? Cuando tu mami hermosa era una bebé vine con tu abuela y casi me ahogo en mar abierto, pude salir pero cuando volteé a ver al océano me petrifiqué, sentí pavor, ahí me dí cuenta de que si no regresaba al agua en ese mismo instante le temería de por vida. La única manera de vencer a tus miedos, es enfrentándolos.
Y con mi experiencia le agregaría: Y enfrentándolos cuando se presentan, cuando la vida te los ponga enfrente.
Hoy no me tocó a mí diréctamente, pero sí de manera indirecta. Hoy pagué el precio de que alguien no tuviera el valor de volver al agua. Hoy me doy cuenta de lo importante que fue ese momento en mi vida. Hoy me doy cuenta de que he salido adelante, venciendo obstáculos, superando mis miedos y forjando mi carácter gracias a momentos como ese. Hoy no puedo evitar pensar en mi abuelo. Hoy no puedo dejar de decirle Gracias, Gracias por Ser el Mejor Abuelo del Mundo.