Hay cosas en la vida que van tomando importancia conforme ésta avanza. Si bien de niños los juegos y la escuela son el todo, cuando llegamos a la adolescencia los novios y el "qué voy a ser de grande" se vuelven el epicentro de nuestras vidas. Después de la universidad viene encontrar un buen trabajo, encontrar al amor de tu vida, hacerte de un coche y de una casa.
¿Pero para qué?
Durante años me pregunte si ese fin no era en realidad el medio, y de ser así, ¿Cuál era entonces el fin al que me estaban llevando esos medios?
Soy un hombre afortunado. Nací en una familia unida, amorosa y sabia. Fui un niño inteligente y aplicado. Gané concursos y tuve becas. Disfruté la vida de soltero y me hice un hombre independiente. Viví el éxito, la responsabilidad, la libertad, mas no el libertinaje; y también gocé la tristeza, la decepción, el dolor. Comprendí que en la ausencia de lo que no es, lo que es, no es. Sin embargo, algo faltaba. No encontraba eso que llaman "la cuadratura al círculo".
Pensé en algún momento que era "algo" que me faltaba ser, y fue entonces cuando aprendí a tomar las mejores cualidades de las personas a las que conocía. Admiraba la oratoria de uno, la capacidad de mando de otro, la paciencia de este y el arrojo de aquel. El circulo seguía igual.
Hubo quienes aseguraban que todo lo que buscaba estaba dentro de mí, que no estaba afuera, que debía mirar hacia adentro.
Tal vez no se equivocaron.
Sí es algo dentro de mí, o mas bien, una parte de mí: Ayer mientras veía a la hermosa niña que tengo enfrente sentí que tenía todas las respuestas, que sabía los cómos y los porqués, que cada pieza del rompecabezas embonaba a la perfección.
Simplemente pensé: "le encontré la cuadratura al circulo".