"Muy buen trabajo a pesar de lo limitado de los ejemplos" Así rezaba el comentario final de mi trabajo final de tercero de secundaria. "... lo limitado de los ejemplos". Tardé meses en investigar, leer, recopilar, escoger y finalmente mecanografiar un antología literaria. Una máquina de escribir Olivetti, eléctrica por aquello del corrector automático, fue mi compañera y confidente durante esa tarea que a mis catorce años resultaba titánica. Si bien, en realidad los ejemplos eran pocos, hubo uno que añoré transcribir desde el principio de mi investigación: la primera página de "Cien años de soledad". Recuerdo encontrado el fragmento en mi libro de texto y haberlo leído decenas de veces en todo el año escolar. Me parecía increible cómo una simple página pudiera causarme tanto revuelo mental. Mariposas amarillas revoloteaban en mi mente tras cada leída.
Tardé más de cinco años para animarme a leer el mejor libro del Gabo y justo lo terminé el último día de mis vacaciones familiares, aquellas donde festejamos mis 19 primaveras. De ahí en adelante los libros de GGM han sido obligados en mi andar literario. Sin embargo, leerlos no significa entenderlos y mucho menos entender al autor. Aún a la fecha sigo encontrando nuevas cosas y sigo creyendo que mientras más lo leo, menos lo conozco.
Durante mis últimos meses de soltero, Carmen Aristegui me dió (en realidad a todo su auditorio aunque me gusta imaginar que fue sólo a mí) la primicia de la publicación de la biografia "autorizada" de GGM. Leyó un parrafo y nuevamente quedé prendido como otrora. Imaginarme a Gabo con Mercedes, su esposa, sin un peso en la bolsa y enviando el borrador de "Cien Años de Soledad" por correo es una imagen que me impactó y me invitó a conseguir el libro cuanto antes. La economía de un desempleado es frugal, así que las ganas por tener el libro en mis manos tuvieron que ser sofocadas. Pasaron un par de años y por azares del destino, que me llevaron a la última Feria Internacional del Libro, compré en oferta el dichoso libro. Lo guardé un par de meses y por fin, en mayo de este año, salió de su empaque.
Sinceramente me dió miedo al inicio. Entronizar a un hombre y luego volverlo a hacer mortal no es sencillo. Gabo para mi es un sueño, un ídolo, un héroe. Así que para alguien tan fanático como un servidor, el tener un acercamiento más íntimo conlleva un riesgo doble: por una parte, el bajar del altar al escritor al verlo como una persona y no como un ídolo; y por otra, tener argumentos más "sólidos" para enaltecerlo aún más. Break point. Por fin, me armé de valor y madurez e intenté abril el libro con la más completa imparcialidad que fui capaz de juntar. El resultado: un deleite de lectura.
De mediados de mayo a principios de agosto me dediqué en cuerpo y alma a leer el compendio de más de 600 hojas de biografía y de más de 800 referencias bibliográficas. Hubo un momento en el que realmente me sentí desesperado e incluso atorado, sobre todo al inicio del libro. Pero una vez que llegué a los capítulos que se refieren a su vida en mi querido país, todo fue fluyendo con naturalidad.
La biografía, si bien es benévola con el ganador del Nobel de 1982, lo muestra como un ser humano capaz de equivocarse, de vivir sin un peso, de vivir de la caridad no pedida, de romper el corazón de una mujer. El libro es un viaje a entender a sus personajes desde su infancia misma, incluso desde antes de su nacimiento. Su niñez, su adolescencia, su juventud son partes necesaria para entender como este narrador de historias transforma su realidad y sus recuerdos en novelas que pasarán a la posteridad como novelas inmortales. Sus relaciones políticas, su forma de describirse a través de sus novelas, sus amistades y enemistades con Vargas Llosa, Fuentes, Neruda, Castro, Torrijos, Salinas; son pequeñas piezas de un rompecabezas que ha sido su vida, una vida que sin lugar a dudas ha sido ejemplar. No cualquiera defiende un ideal cuando el mundo entero está en contra de este. No cualquiera se mantiene impertérrito ante la crítica y los comentarios mordaces. No cualquiera abandona todo por seguir un sueño.
García Márquez es el Cervantes americano y "Cien años de Soledad" es el Quijote de hispoanoamérica. No lo digo yo, lo dice el mundo que coincide con el imberbe deseo que tuve en mi pubertad: que Gabo fuera el más grande escritor de nuestra historia. Hoy para mí, después de leer su vida, y como desde que tenía 14 años, lo es, claro que lo es, a pesar de lo limitado de los ejemplos.